Una mirada a Habermas y sus planteamientos teóricos alcanzan para tener discusiones entorno no solo a su calidad intelectual y su compromiso hacia lo social. Hay que señalar que sus aportes a la filosofía contemporánea son eminentemente valiosos para la discusión dentro de las ciencias sociales. Si bien, su obra. Teoría de Acción Comunicativa ha desatado polémica, le ha dado respuesta a la crisis del pensamiento marxista dando nuevos elementos y lineamientos para replantear el papel de la izquierda desde la práctica tanto así, cómo en los campos académicos de la investigación y la teoría marxista.
La seducción teórica de Habermas es desprenderse de los mitos y dogmas de la misma izquierda; la práctica política y la acción política desde el espacio microsocial para Habermas es trascendental; es decir que puede pulularse desde el seno de la crítica microsocial; nuevos escenarios a futuro y cambios que pueden gestar la transformación de la sociedades contemporáneas.
Su legado al pensamiento contemporáneo deja entrever la capacidad de Habermas de criticar sistemas y planteamientos teóricos desde distintas escuelas; es decir, tiene esa particularidad de desplazarse en horizontes epistemológicos y filosóficos encontrando errores dentro de otras escuelas de pensamiento. Habermas parte desde un horizonte marxista penetrando la denominada superestructura de Marx, dejando a un lado el determinismo económico; pretendiendo desenmarañar esa cultura reproductora falsedades y contradicciones que han determinado el sistema actual, su repuesta desde la teoría crítica; La Teoría de la Acción Comunicativa.
Estas palabras no pretender aunar lo que Habermas plantea con su teoría sino más bien describir ciertos rasgos característicos de lo que la teoría de acción comunicativa pretende dilucidar en sociedades cómo la nuestra. El modelo de Habermas discute la posición de establecer nexos derivados a como situaciones tales como el discursos, la verdad, la conciencia, la razón instrumental obstruyen el papel de la comunicación y la acción humana. Si bien es cierto, Habermas es un crítico de la democracia liberal y el sistema capitalista pero no es un opositor férreo de la libertad, es decir; la libertad es fundamental para poder liberar las conciencias, generar consensos de verdad y por supuesto contempla en sí, los fallos de las democracias y los estados modernos, criticandolos pero propone alternativas que pueden ayudar a revisar y replantear el proyecto de la modernidad. Habermas defiende la libertad, la democracia y el Estado aunque señala sus errores y sus fallos.
Esa perspicacia y sanción intelectual que lo distingue ha generado respeto y reverencia en las escuelas liberales; porque esa apertura de debate y discusión filosófica transciende constatándolo en discusiones densas con seriedad en la profundidad analítica con autores tales como Rawls y Arendt han tenido como experiencia. Particularmente hablemos de Habermas pero antes de criticarlo hay que conocer su obra y por supuesto mantener humildad con ojos serios y abiertos sin pretender dogmatizarlo ni mucho menos idealizarlo; sugeriría entonces leerlo y analizarlo pero abiertos a la discusión con otras escuelas de pensamiento.
Siguiendo esta línea hablemos de democracia; hay mucho que discutir y profundizar pero me centraría en dos aspectos generales de la teoría haberiana: Las conciencias, consensos de verdad y la acción social.
Para Habermas la opinión pública y la publicidad democrática emanada desde principios del derecho liberal permite que espacios privados invadan la intimidad de lo social y lo político, generando contradicciones y falsos supuestos de verdad; es decir, manipulación de parte de la opinión pública. Vemos entonces categorías tales como la conciencia, que no necesariamente es verdad lo que concientemente conocemos sino más bien es una imposición a favor de un interés que no necesariamente es legal ni mucho menos legítimo en una democracia. Esa distorsión lingüística de la comunicación pretendiendo falsos conceptos de verdad, legitimados por la democracia se obtiene como resultado falsos consensos, sujetos a un discurso y una ética eminentemente irracional. Para Habermas la construcción de un camino a la libertad y democracia es que esta se construye con conceptos de verdad legítimamente en consenso que inician desde acción social en ese espacio microsocial, es decir; la participación ciudadana desde una perspectiva critica que moldea y da forma la superestructura.
Es decir que crítica el Consenso Traslapado de Rawls o el fuerte arraigo institucionalista de Arendt que ambos protejen la pluralidad, la justicia y la libertad. Aún con ello ese instrumentalismo de instituciones y productos que emanan de la legitimidad legal democrática no son suficientes para construir democracia, ni mucho menos Estado. La razón que exista democracia es que debe ser una democracia trabajada desde el nicho de lo microsocial y debe estar abierta donde por ejemplo, los medios de comunicación que en su mayoría pertenecen a manos privadas, legitiman verdades falsas produciendo falsas conciencias; por ende acciones sociales falsas que están sujetas a intereses por lo tanto entra en sintonía esa crítica que la libertad no son instituciones sino que esta se resguarda con la legitimidad y la acción participativa del ser humano, que esta a su vez reflexiona y mediatiza para corregir errores desde el seno lingüístico que permite dilucidar ¿qué es lo falso? y ¿qué es lo que la sociedad en si busca como sociedad?, construyendo supuestos de verdad no necesariamente absolutos pero si consuensados.
Habermas entonces propone la democracia como instrumento vital para la transformación de las sociedades porque se desarraiga del dogmatismo instrumentalizado de la dictadura del proletariado también propone a liberalismo que esa reproducción de falsedades instrumentales sea mediatizada por la participación ciudadana. Esa construcción crítica propone entonces a las sociedades la construcción de una opinión pública crítica que esta sea uno de los tantos canales que puedan generar transformación. En respuesta a la democracia liberal, Habermas plantea una democracia deliberativa. Esta democracia deliberativa la conocemos hoy día como Consejos de Desarrollo desde un espacio microsocial que desencadenan un proceso de encadenamientos de verdades y consensos; que estas se construyen a partir de la participación ciudadana y de la auditoria social que buscan darle un espacio donde los derechos civiles y políticos tengan resonancia con los aparatos institucionales y que puedan tejer redes sociales que legitimen y/o actúen criticando el sistema es decir, que la influencia de Habermas dentro de la realidad guatemalteca es notoria aún así esta transformación de lo social a partir de lo microsocial es un debate pero es realmente necesaria para la consolidación del sistema democrático.
Esas particularidades de la democracia guatemalteca han generado expectativa ya que a través de problemáticas tales como la Identidad, Estado – Nación, criticas al sistema democrático y sistema político. Para Habermas es importante que esa democracia deliberativa promueva cambios sociales y que tiendan puentes de apertura y construcción de la acción social con una perspectiva critica; es ahí donde el dilema de la democracia guatemalteca generara sus frutos y pueda que sea un motor de cambio al sistema social y que esa renovación de lo institucional y lo político configure a largo plazo ese entramado de falsas conciencias y de libertades que con ejemplos tales como la discriminación y el racismo es notoria, sin dejar a un lado las profundas desigualdades de la sociedad. La dinámica social es una constante de cambios sociales pero estos nada más se puede hacer legítimos adquiriendo y verdades construidas en consenso y puede ser una alternativa viable hacia nuestro sentido y Ser como país.
Una Guatemala con masas apoyadas desde un sentido crítico es talvez una de las fuentes de posibles cambios aunque la perversidad del sistema y del desarraigo institucional es fuente mediatizadota de control y descontrol social. Para Habermas al final, la democracia es un vehículo que de utilizarse por las sociedades pero depende de ellas a sabiendas que no se pueda desechar de ese aspecto transformador que caracteriza a la democracia.
Ronalth Ochaeta Aguilar
La seducción teórica de Habermas es desprenderse de los mitos y dogmas de la misma izquierda; la práctica política y la acción política desde el espacio microsocial para Habermas es trascendental; es decir que puede pulularse desde el seno de la crítica microsocial; nuevos escenarios a futuro y cambios que pueden gestar la transformación de la sociedades contemporáneas.
Su legado al pensamiento contemporáneo deja entrever la capacidad de Habermas de criticar sistemas y planteamientos teóricos desde distintas escuelas; es decir, tiene esa particularidad de desplazarse en horizontes epistemológicos y filosóficos encontrando errores dentro de otras escuelas de pensamiento. Habermas parte desde un horizonte marxista penetrando la denominada superestructura de Marx, dejando a un lado el determinismo económico; pretendiendo desenmarañar esa cultura reproductora falsedades y contradicciones que han determinado el sistema actual, su repuesta desde la teoría crítica; La Teoría de la Acción Comunicativa.
Estas palabras no pretender aunar lo que Habermas plantea con su teoría sino más bien describir ciertos rasgos característicos de lo que la teoría de acción comunicativa pretende dilucidar en sociedades cómo la nuestra. El modelo de Habermas discute la posición de establecer nexos derivados a como situaciones tales como el discursos, la verdad, la conciencia, la razón instrumental obstruyen el papel de la comunicación y la acción humana. Si bien es cierto, Habermas es un crítico de la democracia liberal y el sistema capitalista pero no es un opositor férreo de la libertad, es decir; la libertad es fundamental para poder liberar las conciencias, generar consensos de verdad y por supuesto contempla en sí, los fallos de las democracias y los estados modernos, criticandolos pero propone alternativas que pueden ayudar a revisar y replantear el proyecto de la modernidad. Habermas defiende la libertad, la democracia y el Estado aunque señala sus errores y sus fallos.
Esa perspicacia y sanción intelectual que lo distingue ha generado respeto y reverencia en las escuelas liberales; porque esa apertura de debate y discusión filosófica transciende constatándolo en discusiones densas con seriedad en la profundidad analítica con autores tales como Rawls y Arendt han tenido como experiencia. Particularmente hablemos de Habermas pero antes de criticarlo hay que conocer su obra y por supuesto mantener humildad con ojos serios y abiertos sin pretender dogmatizarlo ni mucho menos idealizarlo; sugeriría entonces leerlo y analizarlo pero abiertos a la discusión con otras escuelas de pensamiento.
Siguiendo esta línea hablemos de democracia; hay mucho que discutir y profundizar pero me centraría en dos aspectos generales de la teoría haberiana: Las conciencias, consensos de verdad y la acción social.
Para Habermas la opinión pública y la publicidad democrática emanada desde principios del derecho liberal permite que espacios privados invadan la intimidad de lo social y lo político, generando contradicciones y falsos supuestos de verdad; es decir, manipulación de parte de la opinión pública. Vemos entonces categorías tales como la conciencia, que no necesariamente es verdad lo que concientemente conocemos sino más bien es una imposición a favor de un interés que no necesariamente es legal ni mucho menos legítimo en una democracia. Esa distorsión lingüística de la comunicación pretendiendo falsos conceptos de verdad, legitimados por la democracia se obtiene como resultado falsos consensos, sujetos a un discurso y una ética eminentemente irracional. Para Habermas la construcción de un camino a la libertad y democracia es que esta se construye con conceptos de verdad legítimamente en consenso que inician desde acción social en ese espacio microsocial, es decir; la participación ciudadana desde una perspectiva critica que moldea y da forma la superestructura.
Es decir que crítica el Consenso Traslapado de Rawls o el fuerte arraigo institucionalista de Arendt que ambos protejen la pluralidad, la justicia y la libertad. Aún con ello ese instrumentalismo de instituciones y productos que emanan de la legitimidad legal democrática no son suficientes para construir democracia, ni mucho menos Estado. La razón que exista democracia es que debe ser una democracia trabajada desde el nicho de lo microsocial y debe estar abierta donde por ejemplo, los medios de comunicación que en su mayoría pertenecen a manos privadas, legitiman verdades falsas produciendo falsas conciencias; por ende acciones sociales falsas que están sujetas a intereses por lo tanto entra en sintonía esa crítica que la libertad no son instituciones sino que esta se resguarda con la legitimidad y la acción participativa del ser humano, que esta a su vez reflexiona y mediatiza para corregir errores desde el seno lingüístico que permite dilucidar ¿qué es lo falso? y ¿qué es lo que la sociedad en si busca como sociedad?, construyendo supuestos de verdad no necesariamente absolutos pero si consuensados.
Habermas entonces propone la democracia como instrumento vital para la transformación de las sociedades porque se desarraiga del dogmatismo instrumentalizado de la dictadura del proletariado también propone a liberalismo que esa reproducción de falsedades instrumentales sea mediatizada por la participación ciudadana. Esa construcción crítica propone entonces a las sociedades la construcción de una opinión pública crítica que esta sea uno de los tantos canales que puedan generar transformación. En respuesta a la democracia liberal, Habermas plantea una democracia deliberativa. Esta democracia deliberativa la conocemos hoy día como Consejos de Desarrollo desde un espacio microsocial que desencadenan un proceso de encadenamientos de verdades y consensos; que estas se construyen a partir de la participación ciudadana y de la auditoria social que buscan darle un espacio donde los derechos civiles y políticos tengan resonancia con los aparatos institucionales y que puedan tejer redes sociales que legitimen y/o actúen criticando el sistema es decir, que la influencia de Habermas dentro de la realidad guatemalteca es notoria aún así esta transformación de lo social a partir de lo microsocial es un debate pero es realmente necesaria para la consolidación del sistema democrático.
Esas particularidades de la democracia guatemalteca han generado expectativa ya que a través de problemáticas tales como la Identidad, Estado – Nación, criticas al sistema democrático y sistema político. Para Habermas es importante que esa democracia deliberativa promueva cambios sociales y que tiendan puentes de apertura y construcción de la acción social con una perspectiva critica; es ahí donde el dilema de la democracia guatemalteca generara sus frutos y pueda que sea un motor de cambio al sistema social y que esa renovación de lo institucional y lo político configure a largo plazo ese entramado de falsas conciencias y de libertades que con ejemplos tales como la discriminación y el racismo es notoria, sin dejar a un lado las profundas desigualdades de la sociedad. La dinámica social es una constante de cambios sociales pero estos nada más se puede hacer legítimos adquiriendo y verdades construidas en consenso y puede ser una alternativa viable hacia nuestro sentido y Ser como país.
Una Guatemala con masas apoyadas desde un sentido crítico es talvez una de las fuentes de posibles cambios aunque la perversidad del sistema y del desarraigo institucional es fuente mediatizadota de control y descontrol social. Para Habermas al final, la democracia es un vehículo que de utilizarse por las sociedades pero depende de ellas a sabiendas que no se pueda desechar de ese aspecto transformador que caracteriza a la democracia.
Ronalth Ochaeta Aguilar